Aunque a veces sienten que el mundo envenenado y todo lo que les rodea, es como un yunque "in crescendo" que les aplasta. Porque nadie conoce de sus heridas. Cada uno a su manera van nadando millas, sumergidos en sus pensamientos interestelares, en sus recuerdos, en las distancias, en sus planes, en sus intuiciones, deseos y sueños que no piensan liquidar mientas sigan oliendo y sintiendo la primavera en pleno invierno. Mientras sigan paralizándose y enmudeciendo cada vez que "esos tan lejos pero tan cerca" se reducen cuando les hierve la sangre. Recorriendo mundos cada vez que se encuentran a centímetros, como si fuera la primera vez que se miran a los ojos en absoluto silencio. Contrariamente a ese aparente estado hierático, vibran y es cuando más vivos se sienten. Como si se trataran de las ramas de un mismo árbol bailando al sol, ramas tan diferentes pero tan parecidas. Resonando al compás de las luchas compartidas, haciendo que ese ruido exterior y arduamente ensordecedor provoque que prefieran quedarse allí. Donde sienten que nunca les encontrarán. Dulce libertad compartida...larga vida.
Llega la noche sin huellas escritas en la piel. Nada a cambio en el último asalto. Se sueltan, cae el telón, sonríen y deciden coleccionar sensaciones, deslizamientos, surcos en el aire, olores, ecos de sus labios....Todo deja marca piensan, cuando pierden el sueño y las noches les abrazan. Amanece y recuerdan con claridad que aún hay un mundo entero ahí fuera.