No me entusiasma les festes nadalenques. Ni tan sólo por las correspondientes pseudovacaciones de navidad, al fin y al cabo llevo casi 6 años sin celebrar al 100% estas fiestas capitalistas (espero reducir esa tendencia en mis descendientes) aunque quizás lo único destacable a mi parecer son las reuniones familiares; y es que a diferencia de lo que todos comentan nosotros no acabamos descalificándonos, ni rascando absurdamente una botella sin ton ni son, si llegásemos a ese extremo yo acabaria huyendo. Tenlo por seguro. Al salir al mundanal ruido me doy cuenta de que la gente anda por las calles como muertos por dentro, como zombies con el cerebro prodido por el consumismo. No sé si desprendo magnetismo pero si me siento observada; de hecho las relaciones sociales no son lo mío. Esto responderá a mi compleja pero genuina locura y mi singular manera de hacer las cosas. Detesto la gente rancia y de mente cerrada. Segrego zerotonina cada vez que comparto con alguien charlas acerca de la revolución, utopía y elevación espiritual. De vez en cuando me sumo a una reivindicación y critico las cargas político-sociales. Me enerva en cantidades inconmesurables las pólemicas sociales de lo telediarios, que lamentablemente hace mella en los oligpfrénicos socials que forman parte de ese gran rebaño que cree todo y sigue la ética interpuesta a rajatabla como marionetas suicidas en desbandanda.
Seguiré manteniendo mis manos cruzadas cuando me siente, símbolo de sencillez y sinceridad.Mientras tu adivinas lo que gritan mis ojos porque no soy indiferente a las situaciones.
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